Conmovedor, histórico y no para de soprender. El seleccionado de básquet acaba de conseguir el preolímpico de Mar del Plata ganándole a Brasil, quien lo había vencido en la rueda inicial. El pasaje a los Juegos Olímpicos de Londres estaba consumado pero la fiesta fue total al llevarse también la final.
La Generación Dorada no para de causar asombro. Con varias estrellas de la NBA pero un equipo con alto promedio de edad obtuvo lo más meritorio: ganar en casa y ante su gente.
Que se puede decir del festejo final, merecido por cierto, con un estadio a pleno que no paraba de cantar y con los jugadores reunidos en el medio del campo. Locura interminable.
Este conjunto se lo merecía, por el esfuerzo en la preparación, las ganas de seguir superándose y como una despedida a su extraordinaria campaña aunque muchos lo seguirán haciendo.
Con un Manu Ginóbili jugando como la primera vez, un Luifa Scola certero en el aro, un Oberto mimado después de lo que le pasó (retiro por salud y vuelta para este torneo) y un Chapu Nocioni, lesionado y regreso como pudo. Y todos los demás que aportaron su granito de arena para el éxito que se vuelve a disfrutar.
Los 8.500 hinchas convirtieron el estadio en una caldera. La final con el rival de siempre (Brasil) y con ansias de "venganza".
El equipo tuvo momentos muy buenos, y otros sufridos para llegar al logro y festejar de local luego de diez años que pasaron desde aquél Premundial de Neuquén, como punto de partida a lo que vino después.
Por eso se dice de la gloria de estos jugadores que hicieron historia. El mejor equipo nacional como corolario a aquella gran idea que fue fundar la Liga Nacional de Básquet y que les pertenece. Hoy más que nunca, ¡salud campeones! (Fuente Clarín).
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