Nunca fallan, siempre cumplen. A pesar de que no se les pida nada. "Las Leonas" del equipo nacional de hockey volvieron a consagrase campeonas del mundo. Pero a diferencia del 2002, lo hicieron acá en su casa. En Rosario, más precisamente, para el deleite de todos los argentinos. Por eso, son el orgullo de esta tierra.
No ganan plata, son amateurs. Pero se visten de profesionales cada vez que les toca defender su camiseta. Esa que ya tienen instalada en la piel con el mote de Leonas, por defenderla con uñas y dientes.
Siete partidos jugados y los siete ganados. La final contra el histórico Holanda, que a pesar de verse apuradas en un tramo del eucuentro, las chicas argentinas volvieron a asentar su estirpe de campeones, esa que les vale haberle ganado en los últimos compromisos.
No pararon de festejar. Bien valió la pena el sacrificio, como dijeron varias, de los últimos dos años. O el triple turno desde marzo en vista del objetivo: ganar el título que se disputaría en la casa de Lucha Aymar, la mejor del mundo, la capitana.
Alejadas de su gente, sus afectos, novios y familia por el bien del equipo, en la tarea de preparación.
Los frutos están a la vista porque rindieron de la mejor manera y volvieron a instalarse en la elite del hockey mundial.
Los festejos. El micro descapotado y toda una ciudad que salió a festejar con ellas. Los rostros desencajados por tanta euforia, de felicidad. La emoción del técnico Chapa Retegui, que supo encontrar en el conjunto las virtudes de un óptimo andamiaje y la motivación para no decaer cuando el cansancio podía más que la mente.
Las fotos interminables y el tercer tiempo en un boliche de moda rosarino. Todo por el gran triunfo conseguido.
Y bien podrán decir ahora, con el hecho consumado: tarea cumplida hasta el próximo compromiso. Por eso, ahora más que nunca, quedará grabado que son el orgullo de esta Nación. ¡Salud, Leonas! Que la magia de este grupo no se acabe nunca. (Fuente Clarín).
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