El fenómeno de los Youtubers llegó a la Argentina. |
Durante buena parte del fin de semana, el portal YouTube
hizo base en La Rural. Los principales exponentes del sitio de videos,
estrellas para algunos, anónimos para otros, youtubers para todos, se
enfrentaron con sus seguidores.
Esta vez sin pantallas de por medio, cara a
cara. El Club Media Fest, presentado como el primer festival de youtubers en
América Latina, se convirtió en un delirio que alcanza niveles de fenómeno
mundial.
Los organizadores sacan pecho al informar que fueron 30
mil personas, la mayoría adolescentes de grito fácil, las que pasaron por el
predio de Palermo; una cifra que parece irrisoria en comparación con los 50
millones de seguidores que suman los principales youtubers internacionales.
Da
la sensación de que estos chicos serían capaces de llenar diez estadios de
River si se lo propusieran, todo en base a su desfachatez y carisma. “Es la
nueva generación de artistas”, desafían algunos fanáticos sin ruborizarse.
Sólo el Rubius, el youtuber español que cerró el
festival, cuenta con 10 millones de seguidores y tiene el canal más visto de su
país, incluso por sobre los de Barcelona y Real Madrid. Volvió a
presentar en el escenario el mismo repertorio que suele grabar desde su casa:
un poco de gracia natural, chistes, juegos e improvisaciones.
Suficiente para
desatar las lágrimas y gritos de sus admiradoras, tan fieles como las de
Violeta o Lali Espósito. Como toda estrella, su merchandising incluía llaveros,
remeras, gorros y las infaltables vinchas, que llegaban a costar hasta 100
pesos sobre la avenida Santa Fe.
No fue el único que despertó tales muestras de cariño. Su
compatriota Mangel, el estadounidense Justin Luke y el mexicano Werevertomorro,
junto con los locales Marito Baracus, Vedito, Pelado Justiciero y El Bananero,
captaron a las masas con historias sencillas, humor y sus clásicos latiguillos.
¿Cuál es el secreto de esta revolución? “El Rubius me
hace sentir bien. Cuando tengo problemas con mi familia o en el colegio, veo
sus videos y siempre me saca una sonrisa”, responde Malena, de 15 años. “Nos
identificamos porque ellos nos entienden, saben lo que pensamos y lo que nos
gusta”, agrega Justina, de 12, que llegó desde Quilmes.
Muchos de estos chicos que recién empiezan a moverse
solos en la calle estuvieron acompañados por sus padres. Algunos se
entusiasmaban con ellos, otros bostezaban a un costado.
En este último grupo
estaba Romina, que viajó con sus dos hijos desde Zárate y pagó tres entradas de
$ 350 para cumplir su sueño: “Ellos no van a los boliches ni salen de noche.
Sólo se juntan a ver los videos y en parte me deja tranquila. Es raro, pero no
se los voy a prohibir”. (Fuente La
Razón).
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