La ausencia de Mauricio Macri en el acto del día de la
Militancia, un dato obvio en cualquier otra coyuntura menos en la actual,
plagada de maniobras preelectorales para cosechar la mayor cantidad de votos
posibles.
La vacancia no por decisión propia sino por la de Hugo
Moyano, quien ya prepara el terreno para reconvertir al sindicalismo en la
columna vertebral del PJ.
El jefe cegetista y su “tropa” en la sede de Azopardo e
Independencia para exhibirse como un polo de poder indiscutido en la etapa que
se avecina, más allá de quién triunfe en las urnas.
El acto, sin dudas, una muestra de fortaleza dirigida a
la interna del peronismo pero sobre todo a la propia interna del movimiento
obrero, que comenzó un lento y dificultoso tránsito hacia la unidad.
Negarse a compartir un palco con Macri a tan pocos días
del balotaje tiene una explicación sencilla. Si Daniel Scioli se alza con la
victoria, Moyano no podrá escaparle al mote de perdedor; y si el que gana es el
candidato de Cambiemos, difícilmente el camionero obtenga un número para
disputar cartel dentro del justicialismo.
La jugada no altera la excelente relación que el jefe de
la CGT mantiene con Macri, con quien descubrió el mes pasado un monumento a
Perón.
Es cierto que la buena sintonía no se tradujo en un
respaldo explícito del gremialista a Macri, pero inhibió de hecho la
tradicional parafernalia propagandística que en cada elección el movimiento
obrero suele hacer en favor de los candidatos del PJ.
El recelo de Moyano con el kirchnerismo lo sufrirá Scioli
con el quiebre de otra costumbre sindical, como es la bajada de línea dentro de
empresas y fábricas. Esas acciones serán exclusividad de la CGT oficialista que
comanda el metalúrgico Antonio Caló (fuente Imfonews).
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