A los 74 años, murió Carmen Argibay, la primera mujer designada en
democracia para ocupar un lugar en la Corte Suprema, jueza reconocida por sus
pares como un emblema de la independencia de los magistrados.
Su salud era delicada desde hacía
tiempo. El 30 de abril pasado se había internado en el Instituto Argentino de
Diagnóstico y Tratamiento por una serie de afecciones respiratorias y renales.
Alojada en terapia intensiva, falleció tras un paro cardíaco.
Su lugar en la Corte no será ocupado, ya que la ley 26.183, aprobada
en 2006, fijó que las vacantes no se reemplazarán hasta que el cuerpo quede con
cinco miembros (hasta ahora tenía siete integrantes). Las sentencias seguirán
dictándose con el voto de cuatro integrantes.
El Palacio de Justicia abrió sus
puertas para despedir a Argibay. Mientras los pisos superiores del gigantesco
edificio de Talcahuano 550 estaban vacíos, en el hall de la planta baja,
decenas de jueces y amigos la recordaba. Del mundo de la política estuvieron
Elisa Carrió y Leandro Despouy. Cuando
su situación era ya crítica, sus colegas de la Corte Ricardo Lorenzetti y Juan
Carlos Maqueda se acercaron al Diagnóstico. Ella estaba acompañada por sus tres
hermanas y sus sobrinos. No tenía hijos y su madre, a quien cuidó toda la vida,
había fallecido en 2012 a los 102 años.
Argibay había dedicado su vida al
trabajo, siempre en la Justicia, en la Argentina y en el exterior. Hacía años
que los médicos le habían prohibido fumar, pero ella siempre había sido reacia
a obedecer órdenes.
Fundadora y alma máter de la
Asociación de Mujeres Jueces (AMJA), Argibay peleó desde la Corte por el lugar
de la mujer en los tribunales; tanto de las que trabajan en la Justicia como de
las que recurren a ella. (Fuente lanacion.com.ar).
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