El festejo argentino, después de la sufrida victoria ante Brasil. |
El polvo de ladrillo quedó caliente. La sangre derramada por Leonardo
Mayer regó la cancha de leyenda para poner el 2-2. Y, en el último día,
Federico Delbonis concluyó la obra comenzada el domingo.
No hubo épica. Pero
sobró sudor en un Tecnópolis repleto en un lunes de entrada libre y gratuita.
El azuleño se impuso al brasileño Thomaz Bellucci por 6-3, 3-6, 6-2 y 7-5 en
dos horas y 59 minutos sobre una superficie ardiente. Y coronó la impensada
remontada. Hay cuartos de final para el equipo argentino de Copa Davis frente a
Serbia. Hay equipo.
Bajo la atenta mirada de un omnipresente Juan Martín Del Potro, Delbo (83 del mundo) supo rápidamente que el desenlace no sería sencillo, pese al set ganado el domingo a última hora. En la reanudación, Bellucci aprovechó el irregular saque del argentino y concretó uno de los dos break points para emparejar el trámite. El número 87 del ranking llevó el duelo a los carriles transitados durante todo el fin de semana: la incertidumbre y el sufrimiento. Sin embargo, los 8 mil asistentes empujaron al tenista oriundo de Azul, que quebró en dos ocasiones en la manga siguiente y volvió a luchar en el último parcial. El desenlace llegó con un drive profundo. Final de la historia.
El comienzo de una nueva historia se viene cristalizando desde principios de año, cuando se confirmó el regreso del tandilense. Durante los últimos 10 días, todo se vio con claridad desde lo más alto de la Torre de Tandil. “El tenis argentino ahora tiene nuevos ídolos”, aseguró el ex número 4 del ranking, figurita repetida en cada movimiento del elenco de Daniel Orsanic. Se quedó con los primeros planos el lunes anterior a la serie al brindar una conferencia de prensa en la que se mostró involucrado hasta la médula en el elenco albiceleste. Sólo de drive –por la operación de la muñeca izquierda–, peloteó con Diego Schwartzman y con Carlos Berlocq en las prácticas en Parque Sarmiento y en el Tenis Club Argentino. Después sufrió como un hincha más y hasta tuvo su propia barra.
“Los brasileños estaban jugando bien. La serie fue súper cerrada,
pero lo que hizo Leo fue increíble”, evaluó un Del Potro de agite y remera
al viento, casi como la imagen de él que vistió una de las tribunas a lo largo
de la serie. La inscripción de esa bandera era elocuente. Me verás volver. Sí,
este es el equipo de Delpo con luz propia. (Fuente La Razón).
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